Rebuscar en los cajones

Y encontrar tesoros como el reloj que mi abuelo me dio de pequeña para que jugase, que era de mi abuelita.
Dejé de usarlo cuando se perdió parte de la pulsera, y lo guardé en un cajón, pero nunca me deshice de él.
Ahora me lo han restaurado y estoy feliz. No necesito ningún recordatorio de lo que quiero a mi abu, pero me encanta saber que llevo un reloj que también llevó ella.




Como todas las cosas buenas de la vida, hay que darle cuerda día a día para que suene su delicioso tic-tac.

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