89. Los sitios apañaditos en los que se come bien

No es el más barato del mundo, y desde luego no es la cocina más elevada del universo... pero tienen una carta de vinos que se sale del "sota, caballo y rey", y tiene unos precios más que razonables, sobre todo en relación a la cantidad.

La Casa de la Viña está a las afueras de Santiago. Una remodelación correcta de una casita del barrio de San Lázaro, que ha dejado una terraza más que agradable para cuando Lorenzo nos sonría otro poquito.



La carta ofrece una curiosa combinación entre comida tradicional, y algunos platos sacados de la gastronomía japo, como tempuras, sushi... y esas cosas de peces crudos.



Me quedo con las gambas con jamón y queso... o con el foie que tomé cuando fui con HT.

Una pega: el servicio.
La primera vez que fui, con Brontë y Anita, el camarero nos "obligó" a comer Reno (a mí me da cosilla eso de zamparme a los ayudantes de Papa Noël) y estuvo "errequerre" para que tomásemos los vinos que a él le salía del gorro, a pesar de que le dijimos que los conocíamos y no nos convencían.
Después de ofrecernos (sin habérsela pedido) una "clase magistral" sobre vinos desde el punto de vista del camarero... nos "echó" el vino, sin ofrecérnoslo para probar por si venía con algún defecto.
Creo que si algún caballero estuviese sentado a aquella mesa, la cosa habría cambiado... pero tres mujeres solas ¿Qué sabremos nosotras de caldos?
Más que tú, por lo que se ve.

Comentarios

  1. He de reconocer que el reno estaba bueno, y menos mal, porque me lo tuve que comer yo todo. Lo del vino fue increíble, y lo del platito doradito de no sé qué que les acababan de dar fue la pera también.
    A pesar del camarero cenamos adecuadamente.

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  2. ¡¡¡Ah!! se me había olvidado lo del "super premio" que les habían dado y lo pesado que se puso para que fuésemos a "admirarlo".
    Si llega a ser una Estrella Michelín nos obligaría a lamerlo...
    ¡Ay!

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