Me gustan más las celebraciones que a un mono un camión de plátanos. Si a eso le añades que me encanta disfrazarme, ya tienes respuesta a por qué adoro el Samaín.
El Samaín es una fiesta de origen celta que en los países anglosajones derivó en el archiconocido Halloween, y que los cristianos convirtieron en el lúgubre Día de Difuntos.

Según la tradición, la noche del 31 de octubre, con la entrada en el invierno, los muertos visitan a los vivos para ajustar cuentas. Era el considerado Año Nuevo celta... y yo no sé cómo lo celebraban en los castros, pero sí se que es la excusa perfecta para disfrazarse, comer castañas asadas, encender velas y dejar salir a la bruja que llevas dentro.
El Samaín es una fiesta de origen celta que en los países anglosajones derivó en el archiconocido Halloween, y que los cristianos convirtieron en el lúgubre Día de Difuntos.

Según la tradición, la noche del 31 de octubre, con la entrada en el invierno, los muertos visitan a los vivos para ajustar cuentas. Era el considerado Año Nuevo celta... y yo no sé cómo lo celebraban en los castros, pero sí se que es la excusa perfecta para disfrazarse, comer castañas asadas, encender velas y dejar salir a la bruja que llevas dentro.
Recuerdo que de pequeña ese día íbamos al cementerio, y pasábamos un frío horroroso allí toda la tarde, y cuando volvíamos a casa nos tomábamos un estupendo chocolate calentito, y llenaban la mesa de galletitas, pastitas y demás, y nunca faltaba un gran bol de castañas cocidas, que las comíamos como los loros las pipas. Buenísimas.
ResponderEliminarSalvo lo de ir al cementerio, estoy a favor de todo lo demás.
ResponderEliminarMe encantan las castañas!!